sábado, 29 de noviembre de 2014

Una flor salvaje


Sé con seguridad, que soy una flor salvaje. Oriunda del barro fértil. Mis emociones son aromas; mis palabras el aire. Lo sé con certeza, cuando el vaho de una lluvia que celebra sobre todos con frescura, me pregunta por qué me fui. Me lo recuerda el indescifrable canto de las aves, el bálsamo de las maderas húmedas,  el cantante bisbiseo, propio de una naturaleza secreta- ahora vedada-dentro del infinito dosel arbóreo, un sosiego laberinto hialino- y que una vez fue- al que llamar hogar. 
 A veces pretendo ser un hombre, por demasiado tiempo.  Sentir cosas de hombre, hacer cosas de hombre. A veces olvido qué soy en verdad.

Entendimiento y comprehensión


Tantas palabras que nos robaron los besos,
Que atiborraron lo simple,
Que entorpecieron la eficacia de los signos fundamentales del amor.