viernes, 13 de noviembre de 2015

La lluvia

Un aguacero cierne sobre la ciudad.
Acometiéndose, una a una, gota a gota,
en una súbita invasión.
Reordenándose en pequeños diluvios
en los que se puedan purgar los pequeños pecados
de pequeños hombres.
Persiguiendo el apuro de los reacios,
bautizando de alivio al que agraciado la recibe.

En su rumor hay un dialecto arcano,
y este lo profesan también
las áureas llamas del fuego.
La antigua voz del mesmerismo habla
seduciendo, obnubilando
con su discurso sacro
imposible de replicar por mecanismos humanos;
retrayendo hacia el sosiego primigenio
del olvidado y lejano, seno materno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario