Pequeña caja
de paredes rupestres
ahogada en en este mundo.
Erigida en el lodo
esculpida por tu rey
cuyo ocaso te vistió
de paños cetrinos.
Tu perfume es el bálsamo humano;
olor de la pena y el descanso
del alivio y el dolor
de la sangre y el sudor,
de calenturas y amor.
Tu nombre es Macondo,
la de cementerios vírgenes
la de casas de hielo
rodeada por los mares
enterrada en los cielos, Macondo,
la que nunca duerme.
Cuna de héroes y tiranos,
tumba de peregrinos que han visto el mundo,
y genios que en su mente lo han concebido.
Macondo la que canta a las doce
Macondo hija de un mago.
Macondo, un pueblo en mi corazón.
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